Parroquia San Alfonso, Escena 28, Toma 2: “El sitio más peligroso del mundo es el interior de un tribunal, donde están la verdad y la mentira tan cerca la una de la otra que casi pueden tocarse”, lee Félix (Pablo Rago) desde el sillón de su casa rodeado de libros, carpetas y manuscritos. “¡Corten!”, grita el director y showrunner Mariano Hueter quien, tras algunas indicaciones al actor, pide que se repita la secuencia. Esta escena pertenece al capítulo 4 de Yiya, la nueva serie de Flow que contará la historia de María Bernardina de las Mercedes Bolla Aponte de Murano, la argentina condenada a cadena perpetua por envenenar a tres amigas.
Basada en el libro de Rodolfo Palacios y escrita por Marcos Carnevale, este drama y true crime tendrá cinco episodios y buscará revelar los oscuros secretos detrás de “la envenenadora de Monserrat”, un caso que, sin dudas, marcó un antes y un después en la historia criminal argentina. “Me parece fascinante el proyecto y el personaje. Conocía la historia, es como parte de nuestro folclore. Son cinco episodios redondísimos, más un documental”, cuenta Julieta Zylberberg, la encargada de interpretar a la Yiya Murano de los ’70, mientras se lookea en su camarín.
Tal como anticipó la actriz, esta apuesta sumará sobre el final un especial, en formato documental, con archivos inéditos y entrevistas exclusivas. “Tendremos los testimonios de Rodolfo Palacios (autor del libro en el que nos basamos), de la forense, y de la hija del último marido de Yiya; un ciego al que también engañó”, anticipa Maru Mosca, productora ejecutiva de la serie.
Producida por Flow, Kuarzo e Idealismo Contenidos, esta historia -protagonizada por Zylberberg, Cristina Banegas y Pablo Rago- cuenta con un elenco en el que se destacan figuras de la talla de Mónica Antonópulos, Cecilia Dopazo, Laura Novoa, Diego Cremonesi, Boy Olmi, Carlos Portaluppi, Miguel Ángel Rodríguez, Rochi Igarzábal, El Purre y Malena Narvay.
El caso de Yiya Murano es uno de los más famosos dentro de la historia policial argentina. El modo en cómo esta prestamista manipulaba, estafaba y mataba a sus víctimas (las invitaba a tomar el té y les ofrecía masitas envenenadas con cianuro para no pagarles las deudas que contraía) ha generado un fuerte interés en la audiencia a lo largo de los años. De hecho, a pesar de su prontuario, Yiya Murano ha llegado a sentarse en la mesa más famosa de la televisión argentina, donde no sólo intentó convencer a los comensales de su inocencia sino que hasta se atrevió a convidarle masitas a Mirtha Legrand.
Tan atrapante es su historia que en estos años hubo varias producciones que la tuvieron como protagonista: documentales, un capítulo de Mujeres Asesinas -con Nacha Guevara- y hasta un musical en Calle Corrientes protagonizado por Karina K. Sin embargo, esta serie de Flow intentará revelar la época previa al asesinato de sus tres amigas, su primera condena en la cárcel y sus últimos días en un geriátrico.
“La serie se basa en el libro de Rodolfo Palacios. Pablo Rago es el encargado de interpretar a este periodista, que en la ficción se llama Félix, y es el hilo conductor de la historia. Él es quien entrevista a Yiya en el geriátrico y escribe toda la historia en su libro; historia que será recreada por Julieta Zylberberg; la Yiya joven”, explica la productora ejecutiva mientras muestra las distintas locaciones donde transcurrirán los hechos.
La casa del escritor y el geriátrico, por ejemplo, fueron armados en la Parroquia San Alfonso en el barrio de Agronomía, lugar al que LA NACION fue invitado para presenciar parte del rodaje. También, los decorados de la cárcel, de un juzgado y de un bar brasilero, que forman parte de una especie de fantasía o teatralidad que habrá al comienzo de cada capítulo y que sólo ocurren en la cabeza del escritor.
El cementerio de San Martín fue otro de los escenarios donde se filmó a lo largo de estas seis semanas de rodaje, mientras que las casas de las amigas de Yiya (intepretadas por Antonópulos, Dopazo y Novoa) se recrearon en viviendas antiguas ubicadas en los barrios de Mataderos, Devoto y Villa del Parque.
En Campo de Mayo se grabaron las reuniones militares que solía frecuentar Yiya, la vivienda de su amante que era un policía (interpretado por El Purre) y la muerte de Lidia, una de sus amigas. “Al tratarse de una serie cuya mayor parte transcurre a fines de los ’70, uno de los grandes desafíos fue cuidar los detalles de la época. Un día filmamos en Microcentro, hubo que liberar las calles y estacionar autos antiguos”, recuerda Mosca mientras revela que todo el vestuario fue alquilado a Polka.
A Zylberberg la propuesta le llegó de casualidad. En realidad, la protagonista de Yiya iba a ser Julieta Díaz pero, a último momento, la actriz decidió bajarse del proyecto por temas personales. “Me llamaron y me prendí al toque. Yo estaba con Prima Facie, una obra mega intensa que me cuesta combinar con otras cosas, pero este proyecto me pareció fascinante. Justo hace poco había escuchado el episodio de La Cruda, de Migue Granados, con el hijo de Yiya”, recuerda la actriz que, por ese entonces, se quedó impresionada con lo que escuchaba. “Cuando ves las entrevistas, te das cuenta del poco afecto que esta mujer tenía hacia cualquier cosa o persona. La falta absoluta de empatía, de temor; nada le importa demasiado”, se asombra mientras un equipo de pelo y make up la transforma para salir a escena.
A pesar de ser un personaje muy instalado en el imaginario colectivo, la actriz decidió hacer su propia versión de esta asesina. “Me probé el vestuario y dije: ‘pónganme una buenas tetas’ aunque ella no era tetona. También, les pedí uñas bien largas. La mía fue una construcción más desde lo físico”, revela.
Sentado a su lado está Diego Cremonesi, quien tendrá la misión de interpretar al primer marido de Murano. “En la historia, se cuenta un poco el modus operandi de esta familia, cómo funcionaban. Carlos es un tipo que no la vio, que no sospechaba que esto podía suceder, entonces es un personaje que claramente está muy golpeado por esa realidad. Ella era una persona bastante compleja, era muy dura con su hijo”, cuenta el actor que encarna a este hombre que, a pesar de no ser el padre biológico del pequeño (era hijo de uno de los tantos amantes de Yiya), lo adopta como propio e intenta protegerlo y acompañarlo hasta el final de sus días.
“Una de las cosas que más disfruté del rodaje fueron las escenas entre padre e hijo. Este hombre le dice que si se hubiese separado, lo hubiese perdido a él y eso me emocionó mucho. Uno como padre trata de encontrar un rebote y eso me tocó una fibra muy personal”, advierte Cremonesi, que es padre de un hijo de 20, otro de 9 y una nena de 4. “Sí, me gusta mucho tener problemas”, bromea.
Quien espera su turno para convertirse en un militar de los ’70 es José Giménez Zapiola, más conocido como El Purre. Sentado en un sillón, revisa su celular, contesta algunos mensajes y mete algunos bocadillos mientras escucha a sus compañeros hablar; todavía no puede creer estar compartiendo el set con semejantes figuras. “Mariano (Hueter) me escribió por Instagram y me dijo que había pensado en un personaje para mí. Las biopics atraen mucho a la gente y a uno le dan ganas de ser parte”, relata este joven que saltó a la fama en series juveniles pero que rápidamente supo ganarse un lugar en títulos como Cromañón o el musical Mamma Mía!.
Su misión será encarnar a uno de los tantos amantes de Murano. “Mi papel es un militar (ella se movía mucho en ese círculo social) y viene a cumplir un poco el rol de todos los amantes, viene a mostrar esa clandestinidad que ella manejaba”, anticipa este actor y cantante que conocía poco y nada de la historia debido a su corta edad.
Al no interpretar a alguien real, El Purre pudo jugar bastante. “Fue divertido porque hay escenas de él en el ambiente laboral y en la intimidad con ella, dos colores que fue interesante laburar”, revela quien grabó la mayor parte del tiempo con Zylberberg. “Estuvo buenísimo, nos divertimos mucho”, admite.
De repente, por la puerta de la habitación del convento -donde se improvisó la sala de vestuario y maquillaje- entra Pablo Rago. El actor ya terminó sus escenas y se suma a la charla. A diferencia de sus compañeros, que nunca habían trabajado bajo las órdenes de Mariano Hueter, el actor ya había tenido dos experiencias a su lado.
“Hace 14 años hicimos El Legado y después Tierra de rufianes. Cuando me llamó, me encantó porque trabajé muy bien con él, sabe mucho, está atento a todos los detalles. Siempre dice que elige buenos actores para poder dedicarse a lo estético”, cuenta. “Era el indicado para abordar un rodaje difícil. Había que contar mucho en muy poco tiempo, entonces necesitás gente con mucho oficio y él tiene muy claro lo que quiere y necesita”, coincide Cremonesi.
Otra de las diferencias que Rago mantiene con sus compañeros es que él sí conoció en persona al hijo de Yiya Murano. “Fue hace muchos años, él hacia efectos especiales en televisión a fines de los ‘90 y recuerdo haber tenido una charla con él. Le gustaba contar su propia versión de la historia de su madre, poniéndose él como el centro del universo de esta mujer. Y ahora que estuve adentrándome en esta historia, hay algo de herencia con respecto al egocentrismo que tenía en su vida. Yiya solo pensaba en ella y en su propio placer”, advierte el actor.
“Ser villana es divertido, muy disfrutable”, confiesa Zylberberg mientras hace sus últimos retoques en el espejo. “Por lo general, uno no juzga este tipo de personajes para poder encarnar su pretensión de redención pero, en este caso, esta persona no pretende nada de eso”, explica la actriz que, a medida que iba avanzando el rodaje, iba descubriendo cada vez más cosas de este ser “sin filtro, psicópata y mentiroso”. “Lo que no sabía es que ella era tremendamente sexual. Ella dice que tuvo más de 200 amantes”, agrega sorprendida.
Al igual que Zylberberg, Diego Cremonesi asegura que lo que más lo sorprendió al encarnar esta historia de cerca fue ver cómo convivían en Murano la simpatía y la seducción con la crueldad y la perversión. “Me impactó el modo en que lograba embaucar, engatusar y envolver a las personas. En definitiva, era a partir de la confianza construida que ella llegaba a hacer lo que hacía. Cuando el asesino no es un freak social es mucho más tremendo y eso es lo que a mí más me atrae: que sean seres contradictorios y ambiguos. Yiya podría ser nuestra tía, nuestra vecina, nuestra madre, nuestra pareja”, reflexiona quien ha experimentado personajes jugados en Un gallo para Esculapio, El Marginal y Diciembre 2001.
El hecho de la distancia que mantiene con sus víctimas -“esto de que no haya contacto físico a la hora de matarlas”- también permite abordarla con cierto color, revelan los protagonistas. “En este tipo de casos, como también fue el de Barreda o El robo del siglo, hay una especie de morbo y la necesidad de pasarle lavandina a gente que hizo cosas muy malas, transformarlos en una especie de héroes por haber tenido alguna trascendencia mediática y eso es algo que a mí siempre me dio rechazo”, confiesa Rago mientras todos recuerdan el famoso almuerzo con Mirtha Legrand en el que Murano le ofreció masitas a la conductora como una forma de alivianar lo que había hecho. “Claramente, hacía un show de su vida”, acota Cremonesi.
Esta serie no sólo es atractiva por la historia que va a contar sino por el elenco que la integra. De hecho, si hay algo en lo que todos coinciden es la magnitud de los nombres que forman parte de este cast. “El elenco es una belleza, un lujo. Con las tres amigas de Yiya nos matamos de risa”, cuenta Zylberberg, que se encargó de retratar en sus redes parte de lo que sucedía en el back.
Con Cristina Banegas, “la otra Yiya”, Julieta no compartió escenas pero sí charlaron sobre la construcción de este personaje a lo largo del tiempo. “En realidad, ella filmó mucho después que yo, así que tomó cosas mías por lo que vio en el set”, aclara la actriz.
“Para mí es clave el elenco a la hora de aceptar un proyecto”, confiesa, por su parte, Rago. En la misma sintonía, su coprotagonista en Sala de espera asegura que parte de su decisión de estar en Yiya fueron sus compañeros: “A mí los contextos me definen mucho. Cuando vas a jugar con compañeros que juegan muy bien te dan ganas. De Cristina Banegas soy fanático, Juli es una actriz que me encanta, y con Mariano, el director, no había trabajado nunca pero era algo que quería hace mucho tiempo”, revela Cremonesi.
El Purre se enteró de los nombres con los que iba a compartir el set cuando fue a hacer la primera prueba de vestuario. “Pensé: ‘¡Qué privilegio! Un elenco de primera A’”, expresó quien creció viendo actuar a figuras como Banegas, Portaluppi y Rago.
A pesar de que el rodaje terminó el pasado 27 de junio, Yiya aún no tiene fecha de estreno. Lo que sí se sabe es que esta puesta de Flow no pasará desapercibida en el mundo del streaming. “Las biopics no dejan de ser una ficción. Parten de hechos verídicos pero no tienen las obligaciones narrativas de un documental o una investigación periodística. Se puede permitir contar algunos aspectos y creo que se pueden hacer infinitas biopics de un mismo personaje”, advierte Cremonesi.
“Yiya era una mitómana que no sólo se creía sus propias mentiras sino que las argumentaba, haciendo dudar a todo el mundo. Se llevó varios secretos a la tumba, pero esta serie contará muchas cosas que no se saben, ni se vieron en aquella época”, agrega Rago, mientras coincide en que este título no pretende ser un documental sino un entretenimiento.
A 46 años de los asesinatos de Nilda Gamba, Lelia Formisano de Ayala y su prima Carmen Zulema del Giorgio Venturini, la historia de “la envenenadora de Monserrat” volverá a ocupar la escena mediática y se sumará a la extensa lista de policiales, como Los Puccio, Robledo Puch y Nahir Galarza, que han tenido un espacio en la pantalla.