El 14 de enero de 2025, en la Comisión de Asuntos Exteriores y la Subcomisión de Seguridad y Defensa del Parlamento Europeo, el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, declaró: “El futuro de la seguridad europea y mundial depende del resultado de la guerra en Ucrania. […] No sé cómo ni cuándo terminará la guerra, pero sí sé que la paz no durará si Putin se sale con la suya en Ucrania, porque entonces seguirá adelante”.
Cinco días antes, el 9 de enero de 2025, el American Enterprise Institute, un centro de estudios de políticas públicas de los Estados Unidos, publicó un esclarecedor informe titulado “Dólares y sentido común: el interés de los Estados Unidos en una victoria ucraniana” y afirmó que, al proporcionar ayuda a Ucrania, “Washington puede, en esencia, estar disuadiendo la guerra directa entre la OTAN y Moscú, en la que las fuerzas de Estados Unidos tendrían que luchar”. En ese informe se ofrecen las siguientes estadísticas reveladoras: “Llegamos a la conclusión de que mantener la seguridad en un entorno estratégico en el que Rusia resulte victoriosa sobre Ucrania, podría costar a Estados Unidos 808.000 millones de dólares adicionales en gastos de defensa en cinco años. […] Por otra parte, desde 2022, el Congreso de Estados Unidos ha asignado 112.000 millones de dólares al Departamento de Defensa para ayudar a Kyiv. Eso significa que la ayuda prestada a Ucrania a través del Pentágono es menos del 14 por ciento de lo que le costaría a Washington defender a Europa contra una Rusia victoriosa. Por otra parte, los 112.000 millones de dólares se gastan principalmente en el país, en la producción nacional de armas. Dicho de otro modo, permitir que Rusia derrote a Ucrania costaría a Estados Unidos unas siete veces más que impedir una victoria rusa”.
En el Foro Económico Mundial de Davos, el Secretario General de la OTAN declaró el 23 de enero de 2025 que, si Ucrania perdiera la guerra el costo de restaurar la credibilidad y la fuerza disuasiva de la OTAN se dispararía.
Es un hecho ampliamente aceptado que el costo de abandonar Ucrania sería astronómico para Occidente, ya que este país no sólo está defendiendo su propia existencia, sino que también está impidiendo que Rusia desencadene la Tercera Guerra Mundial, un desenlace que aniquilaría incontables vidas preciosas y causaría una tremenda devastación mundial.
A pesar de lo mucho que está en juego, algunos asesores políticos y seudoexpertos creen que una política que otorgue como resultado el apaciguamiento de un dictador autoritario con ambiciones imperialistas es el curso de acción más seguro.
Es evidente que no han aprendido las lecciones de la historia, incluida la ingenua declaración “Paz para nuestro tiempo” del primer ministro británico Neville Chamberlain después de firmar en 1938 el Acuerdo de Múnich para apaciguar a Hitler, que condujo, un año después, a la Segunda Guerra Mundial.
En cambio, la declaración inequívoca “Sr. Gorbachov, derribe este muro” hecha por el presidente de los Estados Unidos Ronald Reagan en 1987 en la Puerta de Brandeburgo condujo en última instancia a la caída del Muro de Berlín y, más tarde, a la disolución de la Unión Soviética.
Hoy, el presidente estadounidense Donald Trump podría cambiar el curso de la historia en beneficio de todos los países democráticos si hiciera la siguiente declaración inequívoca: “Sr. Putin, fuera de Ucrania”.
Si el Kremlin percibe que no se trata de un bluf, Rusia abandonará Ucrania y finalmente será posible lograr una paz verdadera.
Además, la paz verdadera requerirá de los países miembros de la OTAN, comenzando por los Estados Unidos, lo siguiente: (a) entregar a Ucrania las armas que necesita para proteger eficazmente su espacio aéreo y liberar sus territorios; (b) ofrecer a Ucrania la membresía en la OTAN; (c) reforzar las sanciones contra Rusia; y (d) confiscar los activos congelados de Rusia en el extranjero para asegurar la victoria de Ucrania y una reconstrucción exitosa.
Presidente de la ONG Ukraine-2050
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