La investigación por la muerte de Liam Payne, ex integrante de la banda británica One Direction, avanza con acusaciones cruzadas. Los últimos días de 2024, la jueza Laura Bruniard procesó a cinco personas por la muerte del músico, ocurrida el 16 de octubre en el hotel CasaSur, de Palermo. Todos hicieron descargos por escrito y no respondieron preguntas. Hablan de un mail, negligencia y abandono de persona.
Los acusados son Rogelio Luis «Roger» Nores (36), manager de la víctima y quien acompañaba a Payne en la Ciudad de Buenos Aires; la gerenta del hotel CasaSur, Gilda Agustina Martín (32), y el jefe de recepción del hotel, Esteban Reynaldo Grassi (49).
Los tres fueron procesados por «homicidio culposo», un delito para el que se prevé una pena de prisión de seis meses a cinco años. Los embargaron por 50 millones de pesos.
Además, Ezequiel David Pereyra (21) -empleado de limpieza del hotel- y Braian Nahuel Paiz (24) fueron acusados por comercialización de estupefacientes. Ambos están detenidos con prisión preventiva.
¿Quién es quién?
Rogelio Luis Nores (36), más conocido como «Roger», es un empresario nacido en Estados Unidos y radicado en la Argentina. Acompañaba a Liam Payne en sus viajes a Buenos Aires y también en su casa norteamericana.
Cuando la novia del ex One Direction -Kate Cassidy- dejó el país, Nores fue su único contacto en Argentina. La familia Payne lo señala directamente como responsable de su trágico final por no notificarlos sobre su recaída en su adicción a las drogas.
Hay dos puntos claves en la acusación de la Justicia: un mail en el que Nores -que niega tener un vínculo contractual o una responsabilidad de garante legal en el cuidado de Payne- se presenta como manager y deja su contacto y el de su secretaria para resolver los trámites vinculados a la reserva y el hospedaje del británico.
El segundo es una imagen de empleados del hotel llevando a rastras al ex One Direction de regreso a su habitación, prácticamente inconsciente por el consumo de alcohol, drogas y psicofármacos, sin que nadie solicitara asistencia médica para atenderlo.
Los encargados del hotel se limitaron a llevarlo de regreso a su habitación para evitar el escándalo y lo dejaron solo. Minutos después -se presume- quiso salir de la habitación por el balcón y cayó al vacío.
Nores decidió hacer uso de su derecho y no declaró ni respondió preguntas cuando la jueza Bruniard y el fiscal Andrés Madrea lo indagaron por el delito de homicidio culposo.
De acuerdo a lo citado en el procesamiento, Nores basa su defensa en que «no era médico, abogado, representante ni acompañante terapéutico de Payne». Y que «los unía una relación de amistad«. También «negó haber facilitado estupefacientes a su amigo».
«Concretamente, la conducta que debió haber llevado adelante Nores era procurar que Payne recibiera atención médica antes de encontrarse en la situación que derivó en su muerte. Nores debió haber avisado a la familia de Payne sobre su estado y garantizar que recibiera la asistencia médica que su evidente estado de salud requería en el hotel CasaSur Palermo», argumentan en la acusación.
Lo cierto es que Nores se excusó por no tener ningún deber legal, pero confirmó que Payne «tenía problemas de adicción y que nadie podía controlarlo». También apuntó contra el padre de su amigo, Geoff Payne, y dijo que fue él «quien lo involucró en esta causa por motivos que desconoce».
Además, admitió que era de su conocimiento que el 16 de septiembre la psiquiatra que trataba a Payne había dejado de atenderlo porque el músico no seguía el tratamiento.
«Esteban Grassi me llamó durante tres días relatándome cada una de las cosas» que hacía Payne y también reconoció haber intervenido en varias oportunidades para calmar la situación.
Payne llegó al país durante los primeros días de octubre por varios motivos: su ex pareja, Maya Henry, había publicado un libro en mayo en el que, en una presunta ficción, relataba situaciones de violencia pero que se referían indirectamente a su relación.
En una entrevista en un canal de streaming, reconoció que estaba basada en su vínculo con Liam Payne y publicó un TikTok dando detalles de los acosos y el hostigamiento que había sufrido.
En paralelo, la visa de Payne para estar en Estados Unidos estaba a punto de vencer y fue Nores quien le recomendó venir a renovarla a Buenos Aires por sus contactos en el Gobierno y en la embajada norteamericana.
La excusa fue que otro ex One Direction, Niall Horan, daría un show en el Movistar Arena el 2 de octubre. Hasta tres días antes de su fallecimiento y mientras la polémica con Maya Henry seguía creciendo, su actual novia Kate Cassidy lo acompañaba. Pero luego regresó a Estados Unidos y se precipitó el descontrol.
Los empleados del hotel, a través de los abogados, pidieron a la Justicia que solicitaran el registro del resto de los hoteles que lo habían alojado, principalmente el Hyatt, donde también habría realizado destrozos y de donde lo habrían invitado a retirarse.
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En la imagen, se ve al músico hablar con uno de los empleados imputados.
Payne eligió CasaSur: está cerca del departamento de Nores y por eso acudía tan rápido ante cada llamado desde la recepción del hotel.
Respecto de los últimos minutos con vida del cantante, Nores también reconoció haber sido notificado: «Por tercera vez le solicito que se cerciore de que nadie le esté proveyendo estupefacientes a Payne. Aproximadamente a los 20 minutos me manda un mensaje el gerente de recepción, Esteban Grassi, y me dice que Liam estaba en el lobby del hotel con una computadora (16.27)».
«Tres minutos más tarde, a las 16.30, me indica que había subido a su habitación y que estaba exaltado. Frente a esto le respondí en una breve llamada que me dirigía al hotel nuevamente. Minutos más tarde me contactó nuevamente Grassi diciéndome que Liam había saltado por el balcón», añadió.
La jueza Bruniard consideró que Nores tenía una responsabilidad en el cuidado del artista: «Es responsable del delito de homicidio culposo como autor, dado que había asumido una posición de garante frente a la familia del fallecido. A diferencia de lo que plantea Nores, no se necesita ser familiar para estar en dicha posición».
«Lo relevante es el vínculo entre las partes, y es evidente que Nores era el referente de contacto de Payne para el hotel. Nores estuvo presente en el hotel instantes antes de que se diera la situación de peligro creada por Martin y Grassi. Considero que, dado el resultado de la autopsia, era evidente el estado de vulnerabilidad de Payne. Nores no podía confiar en que el resto del personal del hotel actuara adecuadamente», aseguró.
«Roger» pidió, a través de sus abogados, que se incorpore información respecto de la ley 4.631 de la Ciudad de Buenos Aires, vinculada a los protocolos que los hoteles deben seguir en casos como este, como otro elemento para deslindar responsabilidades.
El descargo del gerente de CasaSur
Grassi también hizo un descargo por escrito a través de sus abogados, aseguró que Nores cumplía el rol de garante y de manager para ellos y que era él quien respondía por los gastos y los pedidos del artista.
El empleado, igual que su compañera, Gilda Agustina Martin, negaron estar al tanto de alguna «situación de riesgo anterior al ingreso al establecimiento» de Payne y que «medió una absoluta omisión de informar por parte del responsable del cuidado» -para ellos Nores- «a través de cuya conducta Liam Payne fue expuesto a una situación que ni la víctima ni nadie en el hotel pudimos prever».
Grassi y Martin también manifestaron no tener formación médica ni responsabilidad de determinar el estado de salud de los huéspedes. Además, aseguraron que apenas advirtieron la necesidad de llamar a las autoridades, lo hicieron. Aunque parece haber sido demasiado tarde.
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El encargado comunicó que que el huésped estaba «sobrepasado de drogas».
Ambos solicitaron a empleados del hotel que llevaran a rastras a Payne a su cuarto, que no podía mantenerse en pie. Lo dejaron solo en la habitación 310, donde terminó por arrojarse del balcón.
Para la jueza Bruniard, ante el estado en el que se encontraba el músico, debieron haber solicitado asistencia médica y acompañarlo hasta asegurarse de que estuviera a salvo.
«La forma en que fue trasladado evidencia un estado de vulnerabilidad que no requiere conocimientos especiales para ser apreciado. Martin y Grassi entendieron, o debieron entender, la gravedad de la situación. Subir a Payne en ese estado a la habitación 310, donde estaba alojado, implicaba crear un riesgo jurídicamente desaprobado para su vida», consideró la jueza en el procesamiento.
Y siguió: «De esta forma, la imputación a Martin y Grassi no se funda en una posición de garante de la salud de Payne, sino en la creación de ese riesgo señalado. Esto se agrava considerando que la consciencia de Payne estaba alterada y que la habitación contaba con un balcón. Lo adecuado era dejarlo en un lugar seguro y bajo supervisión hasta que llegara un médico».
EMJ – MG