Ariel García Furfaro no está complicado solo por el lote de fentanilo que terminó con varias muertes y lo convirtió en “El Señor del Fentanilo”. Su mapa judicial se expande por otros carriles. Tiene causas en la Justicia Comercial por estafa, juicios laborales en serie, retiros sanitarios por medicamentos contaminados y antecedentes penales que reaparecen cada vez que se lo googlea. El caso Fentanilo es apenas una parte —la más visible— de su historia judicial.
En 2017, García Furfaro firmó la adquisición de HLB Pharma por un millón de dólares. La operación, formalizada mediante un boleto de compraventa de acciones y su addenda, quedó registrada ante escribano: las firmas de Hernán López Bernabó, vendedor, y de Ariel Fernando García, comprador, fueron certificadas el 29 de mayo de ese año.
Cuatro años más tarde, en enero de 2021, el vendedor intimó por carta documento el pago del saldo impago: 600.000 dólares. El texto fijaba un plazo de 48 horas y anticipa acciones para recuperar las acciones si persistía el incumplimiento. Más allá de los matices entre las partes, el intercambio muestra una relación contractual deteriorada y un conflicto económico no resuelto. Ese conflicto derivó en presentaciones en sede comercial y, con idas y vueltas procesales, hoy permanece sin una definición de fondo. En la práctica, el expediente quedó a la espera de resolución en la Cámara de Casación: no hay juicio, ni absolución, ni movimiento firme, un impasse que contrasta con la centralidad pública del caso sanitario.
Mientras la controversia por la compra de HLB avanzaba a los tumbos, se acumulaban reclamos laborales. En la Ciudad de Buenos Aires y en San Isidro —donde HLB fijó domicilio societario en Av. Tomkinson 2054— hay demandas iniciadas por exempleados por despidos y diferencias salariales. La más ilustrativa es la acción promovida por Juan Carlos Romero contra HLB Pharma Group S.A.: reclama indemnizaciones por despido y acompaña telegramas, recibos y, en especial, fotografías de su lugar de trabajo.
En su demanda laboral, Juan Carlos Romero describió que dentro de HLB Pharma se le pedía hacer tareas que, en su criterio, implicaban adulterar los controles de calidad. Contó que le ordenaban mezclar pastillas viejas o no aptas con nuevas, de modo que el lote pudiera salir al mercado sin ser detectado. También relató que le pedían inventar registros de presión y temperatura en los cuadernos de control, simulando condiciones de producción que en realidad no existían.
Anmat
La variable sanitaria agrega otra capa crítica. Un dictamen de la Procuraduría de Investigaciones Administrativas (PIA) revisó 276 expedientes administrativos remitidos por la fiscalía y encontró un patrón de irregularidades de 2018 a 2025 que involucró a HLB y a su elaborador, Laboratorios Ramallo. Ese relevamiento describe conductas, omisiones y desvíos que podrían derivar en denuncias penales.
La ANMAT da cuenta de fallas estructurales: fabricación en envases no autorizados y en áreas no habilitadas; productos fuera de especificaciones; ventas sin habilitación vigente; discordancias de rotulado; ausencia de notificación de desvíos; y demoras o incumplimientos de retiros obligatorios. La PIA subraya que no fueron hechos aislados sino un patrón sostenido en diversas líneas de productos.
La cronología de 2025 es ilustrativa. El 5 de mayo, el Hospital Italiano de La Plata reportó un presunto desvío de calidad del fentanilo de HLB (lote 31202); cultivos posteriores identificaron contaminación bacteriana. El 11 de mayo, ANMAT prohibió el uso, distribución y comercialización del lote 31202. Días después, el organismo reclasificó el retiro como Clase I —máxima criticidad, con verificación al 100%— y reiteró exigencias documentales ante incumplimientos del laboratorio. En paralelo, se registraban reportes en Santa Fe con desenlaces fatales asociados a diferentes lotes.
Hay más
En febrero se detectó uso de envase plástico no autorizado en soluciones parenterales, pese a advertencias previas; en marzo y abril se documentaron deficiencias críticas en Laboratorios Ramallo, donde se hacían los medicamentos de HLB Pharma, y se sostuvo la prohibición de operar; el 12 de mayo una inspección no programada encontró la planta “autoinhibida” y sin actividad productiva visible; dos semanas después se requirió abrir sumario sanitario a la firma y a su director técnico. El cuadro exhibe persistencia de hallazgos y respuestas tardías.
Las “otras causas del Señor Fentanilo” revelan un patrón. Se repiten los incumplimientos contractuales, los conflictos con trabajadores y la baja tolerancia a estándares críticos de producción y control. No es una anécdota aislada: es un modo de operar que atravesó lo comercial, lo laboral y lo sanitario. Y que, pieza por pieza, ayuda a explicar por qué el nombre de García Furfaro hoy es sinónimo de riesgo sistémico en una industria donde el error —o la trampa— mata.