Expedición del Conicet al fondo del mar: «Fue muy shockeante», afirma el líder del equipo científico

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A medida que iban apareciendo las imágenes de criaturas desconocidas, como la estrella de mar «culona» que se volvió viral, la intriga crecía: ¿Qué había detrás de esa expedición que descendió 3.900 metros en el cañón de Mar del Plata?

La misión del Conicet, liderada por Daniel Lauretta a bordo del buque Falkor (too) y con el soporte del vehículo submarino ROV SuBastian, no solo hizo historia por sus hallazgos, sino que cautivó a millones en todo el mundo.

En esta entrevista con Clarín, el biólogo revela cómo fue el proceso para llevar adelante la travesía, qué descubrieron en las profundidades y cuál es el cronograma de publicaciones que saldrán de esta aventura que tardó casi dos años en planificarse y que prometen cambiar lo que sabemos del océano profundo.

-Después de las campañas de 2012 y 2013; ¿Cómo se definieron los principales objetivos de esta expedición?

-El objetivo principal es el mismo que teníamos originalmente cuando hicimos las primeras campañas. Porque tenemos un plan maestro que es estudiar la fauna profunda de Argentina, con énfasis en la zona de los cañones submarinos, zonas de alta biodiversidad. En este caso, el Cañón Mar del Plata. Entonces, nuestro plan es estudiar toda la fauna profunda de los cañones y comparar si la fauna es la misma o si va cambiando. Después tengo otra propuesta escrita y presentada, cuando haya fondos para ir al cañón Ameghino, Almirante Brown y así a todos los cañones en Argentina.

-¿Qué aspectos de esta biodiversidad están tratando de examinar?

-Identificar todas las especies que hay en los cañones y ver cómo se distribuyen. Las zonas del cañón son distintas. Esto tiene que ver con cuestiones ambientales y variables fisicoquímicas. También estamos queriendo estudiar la distribución a gran escala y para eso queremos usar algunas cuestiones moleculares, que se llama «genética de poblaciones», ver qué tan conectadas están las poblaciones. Sería interesante ver si encontramos la misma especie en Mar del Plata en Tierra del Fuego. Y a esto se suman objetivos secundarios como el estudio de los sedimentos, presencia de microplásticos, basura macroscópica, ciclo del carbono, química del agua.

Lauretta remarca que el «plan maestro» es estudiar la fauna profunda de Argentina. Foto: Luciano Thieberger.

-¿Cómo fue la colaboración con el Schmidt Ocean Institute? ¿Ellos aportaron el buque, el equipamiento y también el personal técnico para operar el robot submarino?

-La gente del Smith Ocean Institute nos puso todo lo que necesitábamos, que era el barco, todo el equipamiento y el personal para manejar todo. Entonces, el ROV, que debe costar entre seis o siete millones de dólares, venía con ocho operadores porque para manejarlo hacen falta dos personas. Nosotros no tocamos nada. Lo que hacíamos era dar las indicaciones de para dónde queríamos ir, qué había que agarrar y demás. Toda la gente con la que hablé está muy preparada y predispuesta. Todo el tiempo nos estaban ayudando y estaban tratando de ver qué es lo que nosotros queríamos hacer y cuál era la mejor forma de hacerlo con las herramientas que tenían.

-¿En qué aspectos la tecnología que se utilizó en el buque, como el ROV, marcó un salto respecto a las campañas anteriores?

-El salto fue enorme porque las campañas anteriores habíamos revisado 64 estaciones de muestreo en los tres años. Y eso lo hicimos con redes de pesca y rastras, que son como unas jaulas que arrastrás por el fondo. Resultó muy efectivo para trabajar porque conectamos una cantidad enorme de ejemplares y publicamos en los diez años posteriores a la campaña más de 60 trabajos. Pero tenía grandes contras: nunca sabés exactamente de donde estás tomando la muestra, la posición de la red es poco precisa y tampoco cuántos ambientes distintos estuvo muestreando. Eso se vio muy claro y fue una de las grandes sorpresas. La fauna cambiaba mucho con el ambiente. Los fondos planos es una cosa completamente distinta a las paredes. Haber podido utilizar una cámara nos permitió registrar cómo se distribuyen las faunas y que especies están asociadas. Entonces, hay un montón de fauna que antes no habíamos recolectado. Con el ROV era como si estuvieras buceando.

-¿Y el enfoque científico evolucionó estos años?

-En realidad no, porque el objetivo nuestro sigue siendo el mismo. Lo que pasa es que con los datos que tenemos ahora podemos responder muchísimo mejor las preguntas que ya teníamos. Ahora podemos ser muchísimo más precisos para describir los distintos ambientes. Uno puede decir tengo una especie que vive en estas condiciones. Entonces, teniendo las condiciones generales del océano, te dice dónde podría estar también esa especie. Todos esos datos antes no los teníamos. Podemos crear mapas. Estos modelos son una buena aproximación para guiar futuras investigaciones.

-¿Qué resultados preliminares destacan? ¿Cuántas nuevas especies encontraron y de qué tipos?

-Todavía estamos ordenando el material, pero preliminarmente se estima que tenemos alrededor de 50 especies nuevas para la ciencia. El número puede variar. Y entre los resultados a destacar, además del número de especies, es que hemos encontrado una diversidad de ambientes muy interesantes dentro del cañón. Por ejemplo, hemos encontrado arrecifes de corales duros en la zona de las cabeceras y también hemos encontrado unos grandes jardines de octocorales. Posiblemente se trata de un caso que si no es único, al menos resulta muy raro en el mundo. Son jardines dominados por una única especie que es la que nosotros llamamos «la remolacha», por su color rojo. Incluso hablando con otros especialistas a nivel mundial, a priori, nadie lo tenía visto en otras partes del mundo.

El equipo científico brindó una conferencia de prensa tras su arribo a Buenos Aires. Foto: Xinhua/Martín Zabala.

-¿Hubo algún momento de la expedición arriba del buque que te haya conmovido?

-Tuve dos momentos que fueron muy emocionantes. El primero fue cuando encontramos los arrecifes de bathelia candida, que yo venía buscando. Ese era uno de mis objetivos, ver si batheria cándida que es un coral duro estaba formando arrecifes o no. El otro momento fue cuando empezaron a llegarnos por comentarios de la gente o por redes sociales, los dibujos de los niños y niñas y los videítos que jugaban a explorar las aguas profundas. Eso no tiene que ver con la parte científica, pero sí con la parte de divulgación. Y eso fue algo que que me emocionó mucho a mí y a todos los que estábamos ahí en el buque.

-Aparte de los dibujos de los chicos; ¿hay algo que te llamara la atención de los mensajes que recibiste?

-Me sorprendió que tanta gente estaba tan contenta de ver el fondo marino. Que la gente se manifestara con tantas expresiones de cariño y admiración me sorprendió enormemente. Un montón de gente en las redes sociales o en el chat de YouTube estaba muy emocionada por lo que había pasado y eso sí fue muy shockeante porque nosotros creímos que lo iba a ver alguien y que le iba a gustar, pero no a este nivel que se generó.

-¿Pensás que el éxito de la expedición puede hacer repensar al Gobierno sobre su apoyo a la ciencia?

-Es posible que en el ámbito del Conicet, la posición de las ciencias del mar ahora tal vez tengan un poco más de popularidad. Pero a nivel global creo que los planes ya esta establecidos y no creo que esto vaya a afectar significativamente. Esto mejoró un poco la imagen del Conicet, probablemente para el público general. Con suerte ayude a tener un poco más de presupuesto. Sería muy bueno si podemos tener más acceso al buque, no solamente nosotros, sino toda la gente que trabaja en ciencias del mar.

Durante la expedición, ¿hubo algún momento en el que pensaste: ‘No me equivoqué al elegir ser científico’, incluso cuando tuvieron que poner dinero de su propio bolsillo para cubrir algunos gastos?

-Claramente, este no es el mejor para todos los investigadores y becarios del Conicet y también para todo lo relacionado a la ciencia. Es un momento difícil, los sueldos nuestros se mueven al igual que los sueldos de la administración pública y estamos al menos un 30% abajo de la inflación. Conicet estaba abriendo un llamado para financiar proyectos. Esto se evaluaba en un sistema muy exhaustivo y después se decidía qué proyectos se financiaban. En este momento, ese sistema está detenido. Para esta campaña pudimos conseguir algo de plata que teníamos de estos subsidios permanentes y financiamiento extra, por ejemplo, de la Fundación Azara, que nos ayudó mucho para poder afrontar la compra de insumos. Y los gastos que hubo que hacer los pagamos de nuestro bolsillo. Ahora estamos en la búsqueda de financiamiento internacional.

Algunos de los miles de dibujos que recibieron los investigadores del Conicet durante la histórica expedición.

-¿Considerás una deuda el hecho de que quizás en las escuelas no se enseñe tanto sobre el mar?

-Es raro, porque el fondo marino y el mar es, al menos, la mitad del país. Lo que yo recuerdo cuando fui al colegio es que se hablaba solamente de las ballenas y los peces, y todo lo que es la fauna del fondo profundo estaba completamente ignorado y eso sí, para mí es una gran deuda. Ahora con todas las imágenes que juntamos, el énfasis va a estar en la divulgación educativa para los colegios.

El trabajo científico post expedición

Aunque volver a tierra firme parezca el final de la aventura, para los investigadores es apenas el comienzo. Al respecto, Lauretta explica que el trabajo de análisis y procesamiento de datos empezó de inmediarto.

Las imágenes más sorprendentes que dejó el streaming del Conicet en el cañón submarino Mar del Plata.

“Los últimos días que estábamos volviendo, tuvimos reuniones internas donde nos fuimos dividiendo las actividades a realizar”, cuenta. Algunas líneas de investigación, como las observaciones sobre basura marina, ya estaban previamente organizadas y podrían publicarse antes de fin de año.

Otras llevarán mucho más tiempo, sobre todo las que buscan identificar nuevas especies, un proceso que puede extenderse durante años. “Podemos estar diez años trabajando, especialmente con la parte taxonómica que uno empieza a identificar una especie y sabes cuándo empezás, pero no cuándo terminas”, cierra Lauretta.

AA

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