Los 2000 están de vuelta: las claves de la moda que es tendencia e impulsan dos famosas

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“Todo vuelve”, dice el refrán. Pero en la moda, más que una frase cliché, es una realidad cíclica. La estética de los 2000 regresó con fuerza a las calles, las redes sociales y hasta a las ferias vintage. Lo que empezó como un revival de tops brillantes, jeans de tiro bajo y accesorios con mariposas, hoy configura una identidad visual atravesada por la nostalgia, el consumo consciente y las nuevas formas de expresión. El fenómeno Y2K —por Year 2000— se posiciona como una tendencia con códigos propios, capaz de reinterpretar el pasado y proyectarlo con nuevas reglas.

Con este regreso, resurgen íconos internacionales como Britney Spears, Christina Aguilera, Paris Hilton y Lindsay Lohan. En Argentina, el fenómeno tiene referentes visibles: la cantante pop Emilia Mernes y la modelo e influencer Julieta Poggio reversionan los códigos dosmileros con impronta propia.

“A muchas chicas las inspiran mis looks. Me encanta ir a ferias y encontrar prendas únicas. Hoy todo lo que tengo puesto es vintage; tiene otra esencia”, contó Poggio a Clarín.

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Julieta Poggio y la moda del 2000

La ex Gran Hermano consolidó su estilo a partir de prendas recicladas y símbolos personales. Uno de ellos es la mariposa, que no sólo define su estética sino también su narrativa de transformación: “Este distintivo se volvió muy mío. Me mandan fotos de cosas con mariposas y me dicen: ‘Juli, esto sos vos’”.

La moda circular pisa fuerte, y su crecimiento ya no sorprende. Además de la cuestión económica, factores como la sostenibilidad e incluso el deseo de exclusividad impulsan este tipo de consumo. “Me atrae la idea de usar algo único, con historia. Además, suele ser más accesible y de mejor calidad que lo que ofrecen los shoppings”, explicó Poggio.

Julieta reinterpretando el look de Britney Spears, una de las referentes de los 2000. Foto Instagram

Su estilista, Lucas Mata —referente local de la estética pop— detalló el proceso detrás de cada look: “Me inspiro en divas, pero la clave está en combinar eso con la esencia de la persona. Si no, no hay identidad”.

Para él, el fenómeno también responde a una deuda emocional: “Mucha gente que creció viendo a Britney o Lindsay hoy tiene independencia económica. Ahora pueden comprarse eso que tanto deseaban y no podían tener”.

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Julieta Poggio y la moda del 2000

La emoción también se traduce en cifras. Según Vogue Business, el mercado global de ropa de segunda mano ya supera los 200 mil millones de dólares y se proyecta en alza. En Argentina, crecen las ferias americanas, las prendas second hand volvieron a circular con fuerza y en TikTok la tendencia también pisa fuerte y el hashtag #Y2K suma más de 260 millones de visualizaciones.

Pero no todo lo que reluce es glitter. El regreso del tiro bajo, las baby tees y los pantalones skinny reabre viejos debates sobre los mandatos estéticos. “La moda puede visibilizar, pero también excluir. Hoy hay más referentes, pero los prejuicios todavía existen”, planteó la modelo y asesora de imagen Trinidad Rodríguez.

Para ella, esta estética no sólo expresa nostalgia: también funciona como una forma de resistencia en contextos inciertos. “En un país atravesado por crisis permanentes, esta tendencia funciona como un refugio, una manera de afirmar presencia incluso en medio de la incertidumbre”, reflexionó.

Looks del 2000. La modelo y asesora de imagen Trinidad Rodríguez.

El componente social también es clave. Niñas, niños y adolescentes conforman el núcleo más permeable a estas influencias, donde la ropa deja de ser una elección funcional y se convierte en herramienta de identidad. “Lo asocio a una generación que busca pertenecer sin perder su individualidad”, sostuvo Rodríguez. Y agregó: “En un mundo hiperconectado, el regreso de lo dosmilero permite un juego de reconocimiento y diferenciación”.

El vestido que Poggio uso en los Martín Fierro.

Para Alan Serantes —estilista y director de la escuela de Verónica de la Canal—, la clave está en ver cómo se reinterpreta esa estética. “Hoy, si no tenés una personalidad clara, es muy difícil seguir las tendencias. Van a la velocidad de la luz. Si no tenés una base, te perdés”, advirtió. Desde su mirada, el estilo solo cobra sentido cuando alguien es capaz de sentirlo propio: “Si no le das tu propio giro, te sentís disfrazado”, sentenció.

Entre sus prendas preferidas del revival figuran los jeans en todas sus versiones y los conjuntos deportivos con brillos. Sin embargo, alertó sobre un riesgo: “Las réplicas industriales hacen que estas prendas estén disponibles a bajo costo, pero eso también alimenta un consumo poco consciente”.

Alan Serantes, estilista y director de la escuela de Verónica De La Canal. Foto Instagram.

Bajo este equilibrio, la moda circular gana terreno frente al consumo acelerado. Comprar en ferias, hacer upcycling o intercambiar ropa entre amigos ya es parte del hábito de consumo de la Generación Z. Un estudio de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) estimó que el uso de ropa usada reduce un 30% las emisiones de gases de efecto invernadero, mientras el mercado secundario de indumentaria mueve más de 50 millones de dólares anuales en Argentina.

El fenómeno también alcanza al público más joven. Con propuestas como el programa Zoom, acércate más, Julieta Poggio traslada la estética Y2K al universo preadolescente. Son los niños y niñas los que adoptan hoy prendas y accesorios de una época que no vivieron: no lo hacen desde la nostalgia, sino desde el redescubrimiento. Videos, filtros retro y challenges replican estos códigos en clave actual.

Julieta Poggio y la vuelta de la moda del 2000.

La permanencia de esta tendencia no parece estar atada a las prendas en sí, sino a quienes las eligen. Para Rodríguez, el eje ya no pasa por una estética dominante, sino por la diversidad de estilos que circulan en simultáneo. “La moda dejó de moverse por décadas y ahora avanza en olas que conviven entre sí”, explicó. Según su análisis, algunas piezas como los pantalones de tiro bajo podrían tener un ciclo breve, pero otras —como los brillos o los jeans intervenidos— ya se consolidaron como parte del guardarropa actual.

Entre prendas recicladas y guiños al futuro, la estética dosmilera dejó de ser una moda efímera para transformarse en un vehículo de expresión. Ya no se trata solo de imitar lo que fue, sino de resignificarlo, adaptarlo y proyectarlo con una mirada actual. Los jeans ajustados y los super anchos, las remeras con personajes icónicos o los accesorios que llaman la atención no vuelven como una copia, sino como una declaración. El pasado regresa no como un eco de lo que fue, sino como un grito de presente y futuro. Más libre, con más memoria y con una identidad construida a conciencia.

Lola Blasco, Ornella De Luca, Valentina Fonseca y Tatiana Berenise. Maestría Clarín – Universidad de San Andrés

AS

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