¿Qué significa realmente “ser estudiante universitario” hoy en Comodoro Rivadavia? Más allá de las aulas, las materias y los exámenes, estudiar en la universidad pública implica también una inversión económica significativa, que muchas veces queda invisibilizada.
Eso fue lo que motivó a Almendra Salgado Nievas y Juliana Olivera, estudiantes avanzadas de la Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco (UNPSJB), a investigar con rigor cuánto cuesta realmente estudiar en la ciudad.
La iniciativa surgió en el marco de la cátedra Metodología de la Investigación I, a cargo de la docente Marta Bianchi, donde se propuso a los estudiantes realizar un estudio utilizando herramientas cuantitativas.
Almendra y Juliana, junto a otras dos compañeras, decidieron que el eje de su trabajo debía interpelarlas directamente: «Queríamos abordar un tema que realmente nos atravesara como estudiantes y también poder desarrollarlo desde nuestro contexto local», cuenta Almendra.
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Foto de archivo.
Así nació la investigación que relevó las condiciones económicas de estudiantes de todas las facultades de la UNPSJB. Se realizaron 330 encuestas que permitieron identificar distintos perfiles de estudiantes según su situación habitacional y nivel de ingresos.
“Nosotras confiamos en los estudiantes. Confiamos en sus respuestas, en base a su percepción sobre su situación académica, económica y social”, explica Juliana.
Cuatro perfiles de estudiantes y una cifra alarmante
Del análisis de las encuestas surgieron cuatro perfiles principales:
1. Estudiante que vive solo
2. Estudiante que vive con compañero/a de alquiler
3. Estudiante que vive con su familia
4. Estudiante que reside en albergue universitario
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Para cada uno, se estimaron gastos mensuales según tres categorías de consumo: canasta básica alimentaria, canasta básica total y canasta universitaria, que incluye fotocopias, transporte, conexión a internet, celular y quiosco.
“El estudiante que vive solo es quien más gastos afronta. Tiene que hacerse cargo del alquiler, los servicios, la alimentación, el transporte y todos los insumos universitarios. Por eso es el perfil más elevado en términos de costos”, detalla Juliana.
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Y el número no pasa desapercibido: en 2025, un estudiante que vive solo necesita más de $1.149.301,37 por mes para sostener su vida universitaria en Comodoro.
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El mismo perfil, un año antes, demandaba $427.953. La cifra representa un incremento del 168%, ajustado por la inflación acumulada entre junio de 2024 y abril de 2025.
“Nosotras usamos una calculadora de inflación del sitio Chequeado para actualizar los valores y aplicamos un 41,34% de variación a cada rubro de la canasta”, explican.
Comparativa: ¿Cuánto cuesta estudiar según el perfil?
- Vivir solo/a: En 2024: $427.953 y en 2025: $1.149.301,37
- Vivir con compañero/a de alquiler: En 2024: $308.950 y en 2025: $751.771,94
- Vivir con la familia: En 2024: $173.000 y en 2025: $244.538,05
- Vivir en la gamela universitaria: En 2024: $160.009 y en 2025: $226.164,61
Una canasta universitaria poco visible
Uno de los grandes aportes del trabajo fue visibilizar la llamada “canasta básica universitaria”, un concepto poco difundido pero central para comprender el esfuerzo económico de estudiar.
“Esa canasta contempla insumos que muchas veces se dan por sentados: fotocopias, internet, transporte, el uso del celular, el acceso al quiosco universitario. Todo eso tiene un costo”, explica Almendra.
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Además, la investigación destaca el rol fundamental de las becas estudiantiles, los albergues y el comedor universitario en la reducción de los costos para quienes pueden acceder a estos beneficios.
“El comedor universitario es uno de los más económicos del país. El estudiante que reside en el albergue y come allí todos los días gasta muchísimo menos. Pero aun así, el monto sigue siendo elevado”, señalan.
Una deuda pendiente: ¿Quién sostiene el derecho a estudiar?
Aunque el estudio no pretende marcar una cifra definitiva —ya que cada realidad es distinta—, sí logra poner en agenda una pregunta urgente: ¿quién puede estudiar hoy en la universidad pública? Y más aún, ¿bajo qué condiciones?
“Creemos que estos datos pueden aportar a la toma de decisiones, a la planificación de políticas de bienestar estudiantil, y también a visibilizar una problemática que a veces se normaliza o se ignora”, concluye Juliana.
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El trabajo de estas jóvenes investigadoras no solo pone cifras al esfuerzo de miles de estudiantes, sino que también abre un espacio para el debate: en un país donde la universidad pública sigue siendo un derecho, ¿cómo garantizar que sea también un derecho accesible y sostenible?