En las frías tierras de Bahía Zorro, Isla Gran Malvina, un grito de coraje resonó hace 43 años.
El 26 de abril de 1982, mientras la Guerra de Malvinas escalaba, el Regimiento de Infantería N° 8 «General O’Higgins» de Comodoro Rivadavia realizó un juramento a la Bandera en pleno campo de batalla.
Este acto fundamental en la historia militar argentina -durante un conflicto- quedó inmortalizado en el único registro sonoro -al que ADNSUR pudo acceder- que preserva las voces firmes de aquellos soldados, hoy símbolo de resistencia y amor patrio.
Momento sublime: el juramento a la bandera argentina en plena guerra.
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En ese momento, el entonces teniente coronel Ernesto Repossi exclamó “con la Fé puesta en Dios, con la mirada puesta en nuestra bandera, con los pies – firmemente- arraigados en este suelo argentino que es nuestro para siempre. ¿Juráis a la Patria seguir constantemente su bandera y defenderla hasta perder la vida? La respuesta estruendosa del ”SII, JURO» de los soldados hizo temblar el suelo, atravesó el tiempo, la memoria y los corazones para seguir resonando sin parar.
El Regimiento de Infantería N° 8, con asiento en Comodoro Rivadavia tiene una historia gloriosa en la gesta de la Independencia Nacional. Por eso, entre ellos, se llaman «los libertos» porque esta unidad formó parte fundamental de la emancipación nacional a comienzos del S.XIX.
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El 13 de julio de 1813 se creó el Regimiento de Infantería 8 a órdenes del teniente coronel Benito Alvarez. Tuvo su bautismo de fuego el 1 de octubre de 1813 en la batalla de Vilcapugi ocontra el ejército español.
A los soldados del Regimiento N° 8 se los denomina como ‘libertos’ por haber participado de la Gesta de la Independencia bajo el mando del General O’ Higgins que bautizó a la unidad militar.
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A fines de 1816 se sumó al Ejército de los Andes bajo el mando del general José de San Martín. Llevaron a cabo el cruce de los Andes por el paso de Los Patos y se puso a las órdenes del general Bernardo O’Higgins. Participó en las batallas de Chacabuco y Maipú.
El Regimiento de Infantería N° 8 cruzó a Malvinas el 4 de abril de 1982. Su misión: defender posiciones clave como Puerto Argentino, Darwin y en la Isla Gran Malvina.
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Cada una de estas compañías y secciones atravesó innumerables adversidades en sus puestos de combate.
Entre sus filas destacó la «Sección Olvidada», liderada por el Subteniente Guillermo Aliaga. Con apenas 37 hombres, muchos de ellos soldados de la clase 62, enfrentaron a dos compañías de élite británicas en Darwin y Pradera del Ganso.
“El soldado de la foto”: la historia detrás de una imagen que demostró el agotamiento de enfrentar a los británicos en un combate heroico. Aliaga era un joven oficial y protagonizó una batalla intensa. Fueron «leones de la guerra».
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No sabía qué nos esperaba, pero sabía que no podíamos fallar», relataría años después Aliaga cuya unidad detuvo por horas el avance enemigo a pesar del aislamiento y la escasez de recursos.
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La imagen de los «chicos de la guerra», difundida por años como sinónimo de desamparo, se desmorona ante la realidad. Fueron leones. En Darwin, la Sección de Aliaga combatió 8 horas contra fuerzas superiores en número y tecnología.
Mientras la guerra desgarraba las islas, el juramento a la Bandera en Bahía Zorro se convirtió en un faro de esperanza. «Jurábamos lealtad al pabellón nacional pero también a los que caían a nuestro lado», recuerdan los veteranos de guerra que participaron de ese momento sagrado.
Aquel momento, capturado en una grabación única, revela el eco de voces juveniles como testimonio sonoro que hoy se conserva en cada uno de los celulares de los combatientes y que -un día como hoy- se vuelve a escuchar y a vivenciar con una emoción que desborda la capacidad humana.
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En particular, las unidades del Regimiento 8 desplegadas en la isla Gran Malvina sufrieron las consecuencias de aislamiento por las dificultades de recibir suministros y víveres por la intensificación del bloque naval y aéreo por parte de los británicos a partir del 1° de mayo de 1982.
¿CÓMO TRAJERON LA BANDERA DE REGRESO AL CONTINENTE?
“Usted es el encargado de llevar la Bandera de Guerra del Regimiento al continente sin que ningún inglés la toque. No quiero saber cómo lo va a hacer y nadie más debe estar en conocimiento de esto.” El teniente primero Giglio recibió la orden del teniente coronel Repossi, Jefe de Regimiento de Infantería 8, el 14 de junio de 1982, día del cese del fuego
Una vez establecido el fin de los combates, ambas partes habían acordado que las unidades quedarían con sus banderas pero –frente al temor que el enemigo se las apropiara- los jefes de las unidades tomaron diferentes medidas.
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Algunos ordenaron quemarlas, otros enterrarlas, otros la envió al continente bajo la sotana de un sacerdote y otros ordenaron traerla de la forma que fuera como en el caso de este Regimiento con tanta tradición en la Historia Argentina, en general, y en Chubut, en particular.
Giglio pidió al sargento Montivero que llamara al teniente primero Hernán Vechietti, al teniente primero Rafael Barreiro, al sargento ayudante Mario Ceballos y a otros suboficiales para que lo ayudaran a planificar la hazaña.
«Héroe Colectivo»: Suboficiales y Oficiales del Regimiento 8 de Comodoro Rivadavia diseñaron un ingenioso plan para evitar que la bandera argentina pueda ser retenida por el enemigo.
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Una vez todos reunidos, les comentó la orden que había recibido, lo que había pensado hacer y les dijo que él sólo no podría y que había pensado en ellos.
Les dijo que él iba a llevar la Bandera como le había ordenado el jefe, la iba a descoser y a esconder, no les diría dónde y pidió que ellos hicieran lo mismo, al tiempo, que les daba las condecoraciones.
Les recomendó que no usaran el bolsón. Tanto el teniente primero Vichietti como el teniente primero Barreiro escondieron las condecoraciones en el forro de las camperas duvet; por su parte el sargento ayudante Ceballos lo hizo dentro de la insignia de grado y colocó las cintas de la Bandera en la entretela del pantalón.
Luego de entregar las medallas, Giglio quedó solo y se puso a descoser con una gillette el forro interior de la campera duvet (del lado inferior de la espalda), descosió los paños y cosió la bandera adentro.
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Luego fue a ver al sastre: cuando este vio la campera descosida le preguntó qué le había pasado. El teniente primero le respondió que él mismo la había descosido y que bajo juramento secreto necesitaba que la dejara como si nunca la hubieran abierto.
Cuando el sastre, el cabo Juan Garro, le preguntó qué tenía adentro Giglio confesó que se trataba de la bandera. Entonces, el sastre exclamó “-¿quién la cosió tan mal?” “- «Soy militar, no sastre”, se excusó con cierta vergüenza el teniente primero.
– «Quédese tranquilo, que yo la acomodo para que no se mueva y coso la campera. En una hora se la termino”, le aseguró.
Una vez prisioneros de guerra en el Norland llegó el momento de la requisa del equipo y de la ropa que llevaban. Giglio vació el bolsón (en donde, entre la ropa sucia, también estaba escondida la bandera del mástil que había flameado por 65 días en Bahía Zorro); se empezó a desvestir y fue entregando la ropa que los ingleses controlaron con minucia.
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Cuando llegó el momento de revisar la campera, Giglio comenzó a pasar las cosas del bolsón como para apurar el control que era detallado y lento. Parecía durar siglos.
El inglés tomó la campera, revisó las mangas y -al momento de palpar la espalda- el teniente primero lo interrumpió para ofrecerle unos paquetes de cigarrillos que tenía en el bolsón.
El soldado inglés asintió con la cabeza y el teniente primero le pidió la campera que le fue devuelta sin haber revisado la espalda.
Luego, el militar británico revisó el bolsón, sacó una bolsa con ropa sucia pero la volvió a cerrar sin meter la mano.
Una vez en el continente, en Puerto Madryn, se organizó la columna con destino hacia Comodoro Rivadavia. En la ruta, la columna hizo un alto de marcha en una estación de servicio donde Giglio compró un sándwich, una bebida pero también una aguja e hilo de coser de color negro.
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Durante el viaje descosió su duvet y empezó a coser los paños de la bandera con hilo negro y puntada de “matambre” frente a la atónita mirada y el regocijo de sus camaradas.
La bandera que los soldados juraron defender en 1982 descansa en una vitrina del museo del Regimiento 8 de Comodoro Rivadavia.
Cuando los hombres del regimiento 8 entraron a la unidad, la Bandera y sus condecoraciones también lo hicieron.
Hoy, las medallas junto a una nuevo estandarte “A los Bravos de Malvinas” engalanan a una nueva bandera de Guerra y aquella que los soldados juraron defender en 1982 descansa en una vitrina del museo para recordar el juramento que los soldados de la clase 1963 realizaron en Bahía Zorro en la Isla Gran Malvina.
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La bandera de Guerra y las medallas representan a la unidad más allá de los hombres que la integran porque representan a todos aquellos que combatieron detrás de esa bandera y a todos aquellos que la hicieron acreedora a ese reconocimiento de heroicidad, generosidad y abnegación.
Por eso la acción llevada a cabo por estos hombres del Regimiento 8, recuerda a la estirpe de los “Libertos” del Regimiento de Infantería 8 representada en la imagen del Negro Falucho que fue fiel a su bandera hasta la muerte exclamando: “¡Viva la Patria!».
Cada vez que se escuche este audio resonará, también, la promesa de no olvidar jamás. El juramento en el audio no es recuerdo… es semilla de un futuro que reclama justicia«.
Con testimonios de los Veteranos de Guerra del Regimiento de Infantería N° 8, información del artículo ‘El regreso de la bandera’ de Zona Militar en una nota editada y corregida por un periodista de ADNSUR.