El viernes 14 de marzo, la indignación de cientos de trabajadores estalló y la lucha tomó las calles de San Lorenzo. La empresa agroexportadora Vicentin se negó a pagar los sueldos correspondientes al mes de febrero, un atropello a los derechos laborales que fue la gota que colmó el vaso, un vaso repleto de impunidad empresarial amparada por la complicidad política, tanto a nivel nacional como provincial.
Para entender cómo el directorio de una empresa puede hacer “desaparecer” 1.300 millones de dólares, hay que remontarse a 2014. En aquellas elecciones, el PRO llevó a la presidencia a Mauricio Macri, quien meses antes había visitado la empresa en busca de votos. Desde el momento en que el empresario asumió el poder, los “préstamos” a la firma aceitera se convirtieron en una constante, y en la mayoría de los casos los papeles presentados para justificarlos eran meros trámites sin sustento.
Durante cuatro largos años, mientras el salario de los trabajadores caía en picada, los dueños de Vicentin se enriquecían gracias a la beneficencia del Estado nacional. En 2019, con la llegada de Alberto Fernández a la presidencia, la empresa impuso “vacaciones” obligadas y declaró la no asistencia al puesto de trabajo hasta nuevo aviso. Poco después, alegó estrés financiero y dejó de pagar a sus acreedores, dando inicio a una estafa multimillonaria.
Con el correr de los meses, el gobierno anunció la expropiación de Vicentin y todos sus bienes, una medida que terminó siendo una cortina de humo para luego negociar y perpetuar la estafa más grande de los últimos 50 años. Durante los siguientes cinco años, a pesar de la pandemia, los trabajadores continuaron con sus tareas, cobrando sus salarios, pero bajo la constante amenaza de cierre, sin que nadie respondiera por las deudas de la empresa. Jueces, políticos y empresarios se pasaban la responsabilidad mientras la incertidumbre crecía.
Finalmente, a principios de marzo de este año, los trabajadores recibieron la peor noticia: no había dinero para sus sueldos. No solo dejaron de pagar a los acreedores, sino también a quienes sostenían la producción con su esfuerzo diario. La noticia conmocionó a todo el sector. Como burla, la empresa depositó solo el 30% del salario, una migaja para evitar incumplir la ley.
Esto desató un conflicto que llevó a un paro nacional (levantado en pocas horas por la conciliación obligatoria), aunque la medida no incluyó a Vicentin, por lo que sus trabajadores continuaron con la huelga. Sin respuestas, tomaron la iniciativa y se autoconvocaron para llevar la protesta al corazón de San Lorenzo. Primero marcharon y luego cortaron la autopista Rosario-Santa Fe, enfrentando amenazas de la Gendarmería y la Policía para despejar la zona.
Después de casi 15 minutos de bloqueo, la empresa respondió con otra burla: un mísero 20% adicional, lo que apenas cubría la mitad del sueldo. Esto enfureció aún más a los trabajadores. La protesta culminó al mediodía en la esquina de los bancos, donde los manifestantes descargaron su indignación contra los dirigentes sindicales, a quienes acusaron de haberlos traicionado al no acompañar el corte de autopista.
Hoy, los ánimos siguen caldeados. La indignación crece ante la impunidad, la inacción sindical y la complicidad política. La incertidumbre es total: una posible quiebra podría dejarlos sin trabajo y sin salario. A pesar de ello, la lucha continúa en cada portón de la fábrica. Las conversaciones entre los compañeros giran en torno a posibles soluciones: una intervención provincial, la toma de la empresa y su conversión en cooperativa, la expropiación. Son los propios trabajadores quienes resisten y buscan una salida que garantice sus empleos y salarios.
Desde el MST nos solidarizamos con los trabajadores de Vicentin y reivindicamos la autoorganización y la asamblea como herramientas de lucha, que permitieron la movilización y el corte de la autopista. Creemos que la única salida justa es la expropiación sin indemnización y la puesta en funcionamiento de la empresa bajo control de los trabajadores. Para lograrlo, es fundamental coordinar la lucha con otros sectores en conflicto: trabajadores de otras fábricas, jubilados, el movimiento feminista y LGBTQ+, entre otros. Solo desde la organización de base podremos impulsar un gran paro y un plan de lucha regional.
Un primer paso es lograr que este 24 de marzo la voz de los trabajadores de Vicentin resuene con fuerza en una movilización masiva y unitaria.
Relato de un trabajador de vicentin compartido a Facundo Fernández, integrante de la Comisión Directiva de Amsafe Rosario.