Enero volverá a ser testigo de otro clásico en una nueva final de Supercopa de España. Ancelotti y Flick se verán las caras por segunda vez esta temporada tras el 0-4 de los culés en el Bernabéu. Esta vez será en Arabia Saudí, sede de este torneo desde hace unas temporadas. El cambio de formato vino de la mano de Luis Rubiales y Gerard Piqué —intermediario de la operación— que consiguieron vender el evento por 40 millones de euros anuales.
Sin embargo, ese pacto RFEF-Arabia sigue en el foco de la polémica por varios aspectos. Lejos de las quejas más reiteradas por su celebración fuera de España, se encuentran las ligadas a lo económico y al formato. En ambas, el entorno del fútbol español cree que ninguna es equitativa. De hecho, los hay que especulan con que el formato está diseñado para Madrid y Barça, para verse las caras el uno con el otro en la gran final y salir beneficiados en lo financiero.
Lo cierto es que los datos avalan esta teoría. El porcentaje de clásicos desde que se hace un formato de final a cuatro ha crecido significativamente hasta un casi 70%. Mientras, en las anteriores ediciones, cuando jugaban solo dos equipos, era menor al 25%. La razón es evidente: al ser cuatro equipos, tienen más posibilidades de clasificarse, pues obtienen el pase los dos primeros clubes de LaLiga —que casi siempre suelen ser Madrid y Barça— y los finalistas de Copa, que es donde más oportunidades tienen el resto de equipos.
Además, supone un beneficio mayor para ambos, ya que se reparten casi todo el pastel del dinero en premios y prima por participar. En concreto, cerca de seis millones de euros cada uno. Ese hecho ya ha creado un conflicto con los demás clubes que participan junto a ellos, que ingresan cantidades incluso por debajo del millón.
También es una evidencia que el ambiente de los clásicos ha dejado de ser de tanta electricidad dentro del campo como lo era antes. Ambos equipos se encuentran “hermanados” por un mismo proyecto: la Superliga, y eso hasta parece que se traslada al césped, dentro de la rivalidad que existe. Ahora parece mentira imaginarse un Madrid-Barça con la misma intensidad y tensión que los Guardiola-Mourinho o los Messi-Cristiano.
Sin embargo, esto significa que hay más juego limpio y que no se generan malos climas más allá de querer sacar ventaja en todo momento. A pesar de ello, este no deja de ser el mejor partido del planeta, entre los dos mejores clubes del mundo. Una final es una final, y nadie quiere perderla.
Este domingo, el FC Barcelona llega con una situación anímica mejor que el Madrid en los que a clásicos respecta. En la memoria blanca queda todavía esa espina clavada del 0-4 en su feudo, en un vendaval culé que pudo ser incluso peor. “Hay ganas de revancha porque la noche del 0-4 nos costó dormir”, salió a decir Federico Valverde en la rueda de prensa previa al choque. Así, el Real Madrid buscará seguir su dinámica de juego, que ha ido a mejor conforme los partidos se han ido sucediendo. Por el otro lado, el Barça buscará recuperar su mejor nivel defensivo y su eficacia de cara a gol, perdida en los últimos encuentros del campeonato doméstico.